HISTORIA DE JUMANDY

HISTORIA DE JUMANDY

Cuenta una antigua leyenda que el Cacique Jumandy descubrió las cavernas, que hoy llevan su nombre, durante la época de la conquista. Las cuevas se convirtieron en el refugio natural de los habitantes del oriente mientras Jumandy libraba una lucha por ahuyentar a los conquistadores. Hasta el lugar llegaron hombres, mujeres, niños y ancianos cargando yuca, plátano verde y chicha para alimentarse mientras los guerreros luchaban por su libertad.

Jumandy, que además era un yachak (sabio), divisó su futuro durante un ritual. Vio la muerte en sus sueños y decidió que debía enfrentarla. Jumandy asentó su lanza y se entregó a cambio de la libertad de su pueblo. Años más tarde, en 1961, el padre Pedro Porras redescubrió esta formación natural y les dio el nombre del valiente Cacique.

Las cavernas de Jumandy están en la provincia del Napo, a siete kilómetros de Tena. La aventura de recorrerlas puede durar desde 30 minutos hasta ocho horas, pues tienen 20 caminos posibles. Esto las ubica en el segundo lugar de las cavernas más grandes del Ecuador, después de la Cueva de los Tayos.

Antes de ingresar a esta aventura los visitantes deben pedir permiso a los espíritus que habitan en la cueva. “Aquí están presentes las energías de los animales, del agua, de las rocas y de las cascadas”, explica Christian Sánchez, uno de los guías del complejo turístico.

Al más puro estilo de un aventurero él entra a las cavernas apenas usando una pantaloneta. Los turistas lo hacen con botas y linternas cuyo alquiler cuesta un dólar.

Una boca de piedra imponente, cubierta de vegetación, se traga a los visitantes y a los 30 metros la oscuridad los absorbe. Apenas unos puntos de luz se agitan en medio de la cueva. El río que atraviesa las cavernas se vuelve torrentoso y cubre las piernas de los intrépidos turistas. Por las paredes de las cavernas, atraviesan los murciélagos que huyen de la luz de las linternas.